Te dan ganas de matarte, ya tenias todo el castillo de arena armado. Te faltaba mudarte con el muñeco de torta y los hijitos cuando vino la ola -llámesela final- y te lo hizo pelota.
Vas a llorar, a patalear, a romper platos, a despotricar contra el sexo opuesto, a creer que el amor de tu vida es el primer loco que te hable en un boliche, a creer que el amor de tu vida no existe, a evaluar hacerte lesbiana, monja o algún derivado que no incluya en el plan de vida a un hombrecito, vas a incursionar en innumerables vicios. Volvés a llorar, a patalear, a romper platos, licencias a todas tus amigas y al que quiera escucharte de psicólogo...
Y un día el muñeco te torta aparece con un mensaje tan absurdo como: ¨sabes cual es el gran problema? que aunque este muy loco sigo enamorado de vos, y vos sos mi mujer, te animas a volver a ser mi novia ?, prometo cambiarlo todo¨.
Ese es el momento donde te das cuenta que todo el proceso anterior no fue en vano, que cada una de las cosas que pasaste y pensaste que no ibas a superar te hizo la persona fuerte y coherente, consiente de lo que quiere y de lo que no que sos hoy, ya que le podes responder: ¨muchas gracias, lo nuestro fué hermoso, estoy para lo que me necesites, pero paso¨
¨Toda historia tiene un final, pero en la vida real, cada final es un nuevo comienzo¨
No me acuerdo ni el nombre de la película donde escuché terrible verdad.
