Cuando terminaste una cursada extenuante, con un profesor que busca reducirte psicológicamente clase a clase, con una materia hermosa yendose por el drenaje porque este mismo tirano no tiene ni la más mínima idea de como dictar la materia, sabiendo que el final oral es obligatorio y que la actitud del villano de la película no va a cambiar ese oscuro día, lo mejor que te puede pasar es que el tipo no se presente. No se presentó !
Una va sabiendo, porque nunca se presenta sin saber nada, tranquila, casi resignada, dispuesta a afrontar la situación, queriendo que sea rápido y sin dolor. El tipo no se presenta, das tu examen con dos extraños, sacas un hermoso 8 y te volvés a casa en bondi, pleno invierno, haciendo planes para tus reducidas vacaciones. De pronto, el sol que entra filtrándose por donde tiene espacio en la ventana embarrada te golpea los cachetes, te reconforta, te entibiese, te da paz, y pensás para tus adentros: una menos, me vuelvo a casa.
(Entiéndase por Casa tu lugar en el mundo, el nido, donde te criaste, donde residen tus afectos, donde esta todo lo que te es familiar, y añorado. No la caja de zapatos colorada con un poster de la selección en la pared, desorden y hastío por doquier que te hace de albergue transitorio en esta estapa de tu vida.)