Me llena de impotencia sentirme seca, arruinada, agotada. El hecho es que quiero creer; necesito creer más que nada en el mundo. Pero parece que después de vos esa aptitud fue extirpada de mi.
Me divierto, salgo, jodo, sonrío. Estudio, tengo planes y proyectos. Pero no estoy bien. Me gustaría poder confiar, pero te llevaste esa capacidad (junto con tantas otras cosas de mi) cuando sin muchas palabras, un par de excusas y la frialdad que complementas con tu teléfono celular me dejaste sola una vez más.
Hace unas semanas te dignaste a aparecer, de nuevo, ese bendito aparato fue tu móvil. Tenías ganas de escribir hace mucho, pero no te daba y bla bla blaa.. Siempre la misma historia de nunca acabar (círculo vicioso perfecto).
Está bien, yo no podré creer hoy en nada y en nadie. Pero se que el tiempo me va a curar las heridas, y quizá por qué no, un alma paciente aporte lo suyo también. Y a mi favor, tengo que ya me cansé. Me canse de vos, tus delirios y pretextos. De mi llorando y tratando de desentrañar tus razones. Descubrí que simplemente no las tenes (ni vos te entendes), y yo ya no tengo más tiempo que perder.